Comentario
Un papel de primer orden juega también la materia en la obra de Jean Dubuffet (1901-1985), aunque la figuración ocupa un lugar más importante en él que en Fautrier. Las texturas van siendo cada vez más importantes, desde Cuerpos de Dama, una serie que inicia en 1950. En ella juega ya desde el título con la materialidad de la carne -cuerpo- y la espiritualidad que implica ese apelativo superior al de mujer, dama; los protagonistas son cuerpos femeninos, hechos a base de una mezcla espesa y bruta de materiales (pastas, gravas...), sobre la que araña con torpeza y violencia, como se hacen las pintadas callejeras, los rasgos que constituyen el cuerpo, que aparece como paisaje o como carne aplastada en la tabla de un carnicero, sin nada que ver con el desnudo tradicional. Como nada tiene que ver con la tradición el medio centenar de retratos de amigos escritores y poetas que pinta en los años cuarenta y que sólo con una idea muy abierta del retrato podían considerar como tales. Seres surgidos de la incisión sobre una pasta uniforme de alquitrán muchas veces, hechos de memoria, de los que Mandiargues ha escrito: "Incisos con la punta de un clavo en un yeso coloreado, éstos son los mejores retratos de los tiempos modernos". En estrecho contacto con los intelectuales de su momento, desde Fautrier a quien conoció en 1943, Dubufet se sentía y se declaraba con entusiasmo existencialista. Para él la pintura era "el modo de expresión que mejor puede transcribir la filosofía sin empobrecerla".A finales de los años cincuenta, Dubuffet prescinde de la figura humana y hace hincapié en la superficie, en la materia concreta y visible (colas, yesos, papier maché...), cada vez más física y es ya directamente la tabla del carnicero lo que ofrece en sus cuadros, Mesas desnudas, Mesas-paisaje..., para llegar a prescindir de la idea de mesa o paisaje y quedarse sólo con la materia en las Materiologías o Texturologías, que se han definido como "verdaderos desiertos de formas destruidas", muros viejos y cubiertos de lepra.Dubuffet se dedicó a la pintura con cuarenta años, en 1942, y su postura -manifiesta también en sus escritos, como el "Prospectus aux amateurs en tous genres", de 1946- está abiertamente en contra del Arte con mayúsculas, a la idea del arte como patrimonio cultural de las elites, y del artista como un elegido. "En la obra, decía, se debe sentir al hombre y no al artista, el hombre en sus debilidades, sus torpezas, sus luchas, sus sufrimientos, su paciencia, su negligencia, su prisa". Y en otro lugar escribía: "Un arte sensato ¡qué idea más tonta! El arte está hecho de borrachera y locura". En consecuencia el interés de Dubuffet va a las manifestaciones consideradas marginales, o primitivas: el arte de los locos -que conoció y compró en Suiza-, de los niños, de los primitivos -históricos o contemporáneos, es decir los grafitti urbanos, que Brassal fotografiaba-, lo que él llama Art Brut (arte bruto), sin contaminar por ideas o por intereses artísticos. Reivindica la torpeza en la ejecución, como garantía de espontaneidad y frescura; considera válidos todos los materiales y está convencido de que en cualquier lugar y en cualquier momento puede aparecer un artista.Dubuffet, muy cargado de cultura, desmitifica sin embargo el arte, la actividad y la figura del artista; niega que haya algo sublime en el arte. Su obra resulta un ataque a las ideas establecidas, al buen gusto, a las imágenes convencionales, a los críticos, que pretenden clasificar lo inclasificable y a los museos por los que siente un profundo desprecio. Los títulos de sus exposiciones son igualmente significativos de su paradójica postura antiartística -Mirobolus Macadam et Cie -Hautes Pâtes (Mirobolus Macadam y Compañía -Asfaltos) en 1946- y su labor desmitificadora de la pintura, que compara con la cocina y en concreto con la repostería -Portraits á Ressemblance extraits, á Ressemblance cuite et confite dans la Memoire, á Ressemblance éclaté dans la Memoire de M. Jean Dubuffet Peintre (Retratos sacados con parecido, con parecido cocido y confitado en la memoria, con parecido estallado en la memoria del señor Jean Dubuffet pintor), de 1947-, mientras afirmaba que el gesto esencial del pintor es untar.Vitalista y desmitificador como su amigo Queneau, Dubuffet, ha dicho Argan, es la cara cómica de la moneda existencialista, mientras Fautrier es la cara trágica. Bestia negra para los biempensantes, fue un ídolo para otros, sobre todo los intelectuales que rodeaban a Jean Paulhan.